lunes, 13 de agosto de 2007

Escala en Milán

Después de unas cuantas horas de vuelo desde Delhi, llegamos al aeropuerto de Milán. Como teníamos 7 horas por delante, y un mono de café de proporciones industriales, decidimos coger el bus y visitar la ciudad. Una hora más tarde nos encontramos en la Estación Central de Ferrocarriles, sin tener ni idea de adónde ir ni cómo. Así que aprovechamos para tomarnos un café "de persona", eso sí, carísimo (10 € cuatro cafés).

Durmiendo en el bus
Entramos en una boca de metro y llegamos a la plaza de la catedral (Il Duomo). Pensábamos que al salir de la India no íbamos a tener que deshacernos de los vendedores ambulantes de chorradas... Nuestro gozo en un pozo. Salimos con pulseritas de colores y Rafa con 2 € menos.

Una de las cosas que nos habían advertido de la India era que igual nos hacían cubrirnos los brazos o las piernas si íbamos en tirantes o pantalones cortos. Nunca sucedió tal cosa... hasta llegar a la catedral de Milán, donde tuve que ponerme una camiseta de manga larga para que me dejaran entrar. Lástima que la fachada estaba en obras, pero echamos unas fotos por dentro, aunque estaba prohibido.

Il Duomo
Luego dimos una vueltecilla por los alrededores, vimos unas esculturas de Botero en el patio del Palacio Real, y llegamos a la plaza de La Scala (la ópera de Milan). Por dentro debe ser majestuosa, pero por fuera no tenía nada de especial.

Como ya iba haciéndose la hora, comimos unos bocatas en un Autogrill de la Galleria Vittorio Emmanuele que, por cierto, vaya sitio más pijo: Prada, Gucci, Versace, incluso un McDonalds negro y dorado que parecía elegante. De postre, ¡al rico helado italiano! Bolas enormes de sabores exquisitos que tardamos en comernos más que los bocadillos.

Heladitos, a Vero no le gustó mucho...
Cogimos de nuevo el bus, donde Verito aprovechó para cambiarse de pantalones, y a las 2 estábamos de vuelta en el aeropuerto. El avión salió, por supuesto, con retraso, y casi de produce un motín a bordo cuando nos comunicaron que teníamos que esperar 2 horas dentro del aparato para coger pista, con el consiguiente agobio del personal. Afortunadamente, el comandante logró minimizar la espera a 45 minutos, y llegamos a Valencia a una buena hora. Absolutamente reventados fuimos a alquilar un coche para volver, pero no había coches disponibles para un día, excepto en una compañía que pretendía cobrarnos 280 €. Bajamos entonces a la estación de trenes de Valencia, y allí nos separamos en dos grupos: los del tren a Alicante y los del tren a Alcoy. Y, por fin, llegamos a casa...

Il Duomo
Botero
La Scala
Galleria Vittorio Emmanuele

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